martes, 8 de julio de 2014
TEMA: VALOR SEMÁNTICO
El valor semántico de las palabras, su significado que unas veces se acerca y otras se separa de la palabra con que convive, es un tema que trata Alex Grijelmo en su interesante e ilustrativa obra La seducción de las palabras. Apoyándome en ella, les comento el recorrido semántico de algunas de ellas.
Tienen las palabras su propio significado, un poco del de las palabras a que acompañaron y un mucho del significado que fueron adquiriendo dentro de las frases, los dichos y los refranes.
Muchas nacieron juntas, se vincularon, ampliaron su significado y finalmente se separaron.
El desprecio y el despecho están íntimamente relacionados; pues el despecho, al final de su camino, supone un cierto desdén, un desprecio hacia quien nos hiere.
En las palabras espejo y espejismo late la misma idea de irrealidad; una, ofreciendo el simple reflejo de realidad, y otra, mostrando la irrealidad misma.
Angustia y angosto son vocablos que coinciden en el sentido de ahogamiento; el primero, por el que se sufre ante una desgracia o una gran preocupación, y el segundo, por el que se siente ante la estrechez que ahoga.
Casa y casado comparten la idea del hogar que habita una familia y la de la familia misma. Como soltero y solitario se unen en una soledad común.
Ejemplos y más ejemplos de interrelación, pero, a la postre, de independencia.
Las palabras evolucionan con el ser humano y adquieren nuevos sentidos.
Hoy, por ejemplo, algunos adverbios van dejando sitio a los adjetivos. Cada vez decimos más: “esto hay que hacerlo rápido”, empleando este adjetivo para modificar un verbo, en lugar de usar los oportunos adverbios rápidamente o deprisa, como siempre se ha dicho.
Y, como en el ejemplo anterior, los adverbios que se forman sobre un adjetivo al que se añade el sufijo “mente” tienden hoy a resumirse en la palabra básica, prescindiendo del sufijo: “aquí se trabaja duro”, “hay que hablar claro”, en lugar de duramente y claramente.
¿Por qué?, sin duda porque al conservar la frase su sentido, la economía del lenguaje exige usos que tal vez algún día se instalen en la gramática, si es que se generalizan entre los hablantes.
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